Esta semana volvimos a clases. Está de más decir que no estaba muy emocionada por eso. No quería volver a la rutina: despertarme temprano, tomar apuntes, organizarme... Al inicio, me pareció bastante abrumador, pero creo que estoy logrando adaptarme.
Esta semana, mi principal meta fue despertarme temprano. Considero que lo logré, aunque durante el día me sentía cansada. Mi objetivo era irme a dormir a las doce, aunque algunos días no logré conciliar el sueño tan pronto.
En tanto a la alimentación, no me salté ninguna comida. Hubo algunos días que me dio hambre entre comidas, particularmente entre el almuerzo y la cena, pero no fue todos los días.
Logré tomar más agua, que es un problema al que siempre me enfrento. Traté de tomar un vaso apenas me despertaba -no lo logré-, y uno durante cada comida -sí lo hice.
También hice un poco de ejercicio, en particular de martes a viernes. No soy fanática del ejercicio (y los deportes no son mi fuerte), pero se sintió bien. Creo que me gustaría repetirlo.
Mis metas para la próxima semana son tomar más agua y no acostarme tan tarde.
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